Hace unos años, mucho antes de adoptar a Curni Lov, comenté en terapia que tenía planeado buscar un tercer gato. Recuerdo perfectamente la cara de mi psicóloga, quien rápidamente dijo: «Alto ahí. Tres es el número límite. Más de eso ya no es sano ni para vos ni para los animales, no te conviertas en acumuladora de animales”.
En ese momento no entendí mucho lo que ella estaba tratando de explicar porque aún no sabía cómo manejarme con los animales. Ni siquiera tenía idea de los requerimientos básicos que un gato podía llegar a tener ni de la necesidad de prestar atención a la caja sanitaria y mucho menos comprendía los problemas de mi vida que estaba queriendo tapar. Tiempo más tarde y ya con la gata nueva en casa, una amiga muy cercana, también psicóloga, me hizo poner cartelitos en ciertos lugares estratégicos con leyendas del tipo “BASTA DE GATOS” y “ADOPTAR NO ES ACUMULAR”.
Esto que parece algo exagerado, no lo es. El límite entre el amor por los animales y la acumulación es muy delgado y por lo general es algo que pasa desapercibido hasta que la historia se sale de control y se transforma en un delito. Anahí Campero, voluntaria de Gatitos de la Sarmiento, difiere mucho en esto y afirma que “esa línea es bien clara para personas con sentido común” pero, ¿tenemos sentido común para discernir cuántos gatos son muchos gatos?
Anahí tiene cuatro pero hoy asegura que su límite son dos. Y en un punto, no solo le doy la razón sino que apoyo ese número. Los felinos son animales territoriales, cazadores solitarios, se estresan con facilidad, requieren de alimentación para carnívoros estrictos y un hogar catificado y libre de stress. Además, no olvidemos esa regla de oro que la mayoría se niega a cumplir: 1 gato = 1 caja +1.
Síndrome de Noé es el término coloquial usado para describir lo que, en psiquiatría, se denomina Trastorno de Acumulación de Animales. Las personas que lo padecen acumulan un gran número de animales en casa (perros y gatos, principalmente) sin poder proporcionarles los cuidados básicos.
Las personas compulsivas, que tienen necesidad de controlar y poseer animales sin importarles de qué modo la vida de esos seres se ve afectada, no es algo que debamos minimizar. Lamentablemente internet y las redes sociales fomentan esto día a día. Y en vez de ayudar a estas personas, los animan a seguir acumulando.
Hace poco, conocí una veterinaria experta en gatos que tenía 11 animales en su departamento. Y no solo eso: rescató uno con vif, no tomó los recaudos pertinentes, parte de la manada se vio comprometida y uno murió. Creo que era no era muy consciente de lo que había sucedido porque me dijo: “ahora que me escucho diciéndote eso, me doy cuenta de la locura”.
Si buscamos en google «Acumuladores de animales» podremos encontrar series, documentales y programas especiales sobre el tema. Uno de ellos es «Cat ladies» (2009) dirigido por Christie Callan-Jones, quien lejos de juzgar, muestra un enfoque real y sincero sobre esta problemática.
Entender una situación tan compleja como esta no es nada fácil. Ni aún con los recursos financieros correspondientes y una casa grande, se puede llevar acabo esto sin ayuda de otras personas que estén pendientes y colaboren en el día a día a, por lo menos, ordenar las comidas por turnos para que puedan alimentarse tranquilos y sin competir por la presa. Cada animal debe comer una ración según su peso y estado de salud. Meter alimento ultra procesado en un cuenco y que se arreglen no es la salida. Seamos responsables, no fomentemos la compulsión. Adoptar es un acto de amor responsable; la acumulación es otra historia.
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