Los gatos, por lo general, son muy activos. Y eso en parte se debe a su ser cazador. Corren, saltan, se esconden y sin embargo, también saben estar muy relajados, sobre todo en una clase de yoga con gatos. Amy Apgar explica que esta disciplina se trata de estar en el momento. Y ellos están en el momento, todo el tiempo.
Así como existen los Cat café, donde uno puede ir a tomar algo con amigos y de paso, adoptar un gato, también existen lugares como Meow Parlour.
Imaginate entrar en un lugar repleto de felinos deambulando y que de pronto, uno te elija y se quede con vos durante toda la clase. Fascinante, ¿no?
En Estados Unidos, diferentes refugios de animales vieron el potencial de unir a los gatos con el yoga y empezaron a organizar clases en las que los felinos participan como uno más. Lo bueno es que incentivan la adopción, la gente pasa un gran momento y también se recaudan fondos.
En Buenos Aires tenemos una historia diferente pero igualmente amorosa: Myrna tiene varios gatos y da clases de yoga en su hogar. Como los felinos se metían entre los alumnos decidió sacarle provecho al asunto y abrió un espacio para la gente fanática de los gatos. Dato de lujo: Myrna también es terapeuta floral y reikista.