Los gatos se comunican con nosotros a través del maullido. Y lo hacen por muchas y diversas razones: para saludar, pedir comida y avisarnos cuando algo va mal.
Convivir con un gato significa acostumbrarse al maullido intempestivo. ¿A quién no le ha pasado estar concentradísimo en un texto y que aparezca el «michifuz» a los gritos? Nunca hay que ignorar un maullido ni gritarle al gato que maúlla porque lo único que ellos quieren es hablar con nosotros, comunicarnos algo.

Hay días en que pueden maullar más que otros. Y días en los que descubrimos que nuestros gatos saben maullar sin parar. O días en los que nos encantaría que pudieran hablar para que pudieran explicarnos qué demonios les pasa. Lo cierto, es que entender el lenguaje corporal y las vocalizaciones del gato puede ayudarnos un montón a comprender su modo de comunicarse y sobre todo, a mejorar su vínculo con nosotros.

Los gatitos suelen maullar durante las primeras semanas de vida para hacerles saber a su mamá que tienen hambre o frío. Y en este caso, los sonidos son muy agudos y breves. Al crecer, dejan atrás esta costumbre y solo la mantienen cuando tienen que, obligatoriamente, interactuar con un humano. Pero la comunicación felina es un todo: combinan maullidos con bufidos, lloros, gruñidos y movimientos corporales.
A diferencia de mis otros dos gatos, el Dr. Oli Shapiro rara vez maúlla o ronoronea y por lo general se comunica conmigo a través movimientos corporales. Esto a veces dificulta un poco las cosas porque me obliga a estar aún más atenta. Cabe recordar que si un gato maúlla mucho hay que llevarlo a la consulta veterinaria para chequear que no haya alguna patología. A veces, sobre todo si están alterados por algún cambio doméstico, un poco de música podría ayudar a bajar el nivel de tensión y los maullidos.
Maullido: cuando el gato se acerca y suelta un miau. Simplemente nos está saludando.
Ronroneo: ese motorcito que tanto nos alegra porque, aunque sea misterioso, sabemos que lo hace cuando está a gusto.
Murmullo: el gato también hace un sonido sordo, suave y con ritmo al exhalar. Te está saludando, casi rogando que le prestes atención, que lo acaricies.
Gruñido, siseo, «sifonazo»: no está contento. También puede sentir miedo o estar a la defensiva. Cuidado.
Chillido o grito: es factible que el gato sienta dolor y no quiere que lo toques.
Castañeteo: a veces vemos (y sentimos) claramente este comportamiento cuando quieren atrapar una mosca o un pájaro. Por lo general, acompaña con movimiento de mandíbula.
Grito o alarido (o un mamamu que algunos entienden por mamá): nos llaman. Un clásico mensaje preguntando «¿dónde estás?» o «¿por qué estoy gritando?»
Gemido: grito largo, bajo y desde la garganta que generalmente anticipa el vómito.
El repertorio de vocalización del gato es bastante extenso aunque no parezca y seguro tendrás muy presente el maullido pidiendo comida porque más de una vez te habrá despertado. Aquí te enseñamos algunos más.
También es importante recordar que, a medida que van envejeciendo, los gatos pueden experimentar confusión o disfunción mental. A veces, la confusión los hace sentirse incómodos o perdidos e inseguros. En este caso, lo mejor es hablarles suavemente para que nuestra voz los tranquilice.
Un comentario en «El maullido»