Los gatos tienen un talento innato para elegir los lugares más insólitos para dormir… y, a veces, para marcar territorio. Algunos convierten tu cama en su palacio, otros prefieren el teclado de la computadora justo cuando estás por mandar un mail urgente o cabecean el mouse mientras luchás con un diseño para la revista. Pero hay gatos que, directamente, deciden dejar su huella en cada rincón de tu casa. Ese es Grillo, el gato del vecino.

El gato hace pis por todos lados

Grillo llegó a mi vida en un momento muy particular. Fue el día en que, llorando, le pedí a mi amado Amtommio que, cuando fuera el momento, me mandara otro gato. Y ahí apareció este delincuente de cuatro patas: un gatito gris, recién nacido, abandonado en la puerta de casa. Lo encontraron unos vecinos y yo, presa del pánico, dije: «No es mío». Pero, en realidad, sí lo era. Lo supe en ese instante, aunque me resistí a aceptarlo. Por eso le permito todo, incluso el uso de los amenities: rascadores, cuchas, sillas, sillones, alfombras… Todo está a su disposición, porque claramente mi casa es su reino temporal (y, a veces, su baño personal).

Primero fue un pis sorpresivo aquí, otro allá. Pensé que era algo ocasional, casi anecdótico. E incluso divertido, porque el tipo hace todo un show antes de marcar. Hasta que hace poco empezó la verdadera invasión: mis libros, mis papeles, un suéter, mi espacio de trabajo, un armario, la chimenea… y, por supuesto, la terraza.

Ahora a veces viene exclusivamente a hacer pis. El otro día nos encontramos en la vereda. Él estaba en la esquina y, cuando me vio llegar, se acercó corriendo y maullando. Se frotó en mis piernas y quiso entrar. Mis gatos, desde luego, estaban encerrados en la habitación (algo que hago a veces para poder sacar la bolsa de residuos o mover macetas sin que se den a la fuga). Por eso lo dejé pasar. Y ahí arrancó el espectáculo: primero olfateó todo y, después, fue orinando sectores clave de mi casa. ¿Por qué? Porque puede.

A veces me imagino yendo a hablar con su familia: «Hola, ¿cómo estás? Mirá, tu gato (que en realidad es más mío que de ustedes) está orinando toda mi casa. ¿Qué hacemos?» Un disparate.

Esto, además, enloquece a mis convivientes. Los altera tanto que a veces no quieren comer, orinan fuera de su bandeja o se ponen ultra demandantes. Y viven al acecho. Montan guardia en lugares estratégicos de la casa para vigilar que el intruso no vuelva más. Hasta han llegado a dormir en el comedor diario, junto a la puerta que da a la terraza. Curni Lov y Dr. Oli Shapiro toman flores de Bach para mantener la calma, y les aseguro que funciona, porque de otro modo el panorama sería inmanejable. ¡Y encima no hay producto enzimático que dure!


¿Por qué los gatos marcan territorio?

El caso de los gatos que orinan fuera de su bandeja es uno de los problemas de comportamiento más comunes. La pregunta que surge entre quienes conviven con ellos es siempre la misma: ¿por qué lo hacen?
Primero, es importante determinar si el gato simplemente está orinando fuera de la bandeja (periuria) o si además presenta otros signos, como sangre en la orina, aumento en la frecuencia de micciones o molestias al orinar. Estos síntomas pueden aparecer solos o combinados, y son clave para entender el problema.
“A veces, el gato siente molestias al orinar o defecar, y busca otro lugar para ver si al cambiar de sitio esas molestias desaparecen», explica Marta Amat, etóloga e investigadora del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Dependiendo de la causa –que puede ir desde cálculos vesicales hasta una cistitis inflamatoria–, el tratamiento incluirá medidas específicas como antibióticos o antiinflamatorios.


¿Si nada de eso aplica?

En mi caso, nada de esto parece ser la causa. Grillo no tiene síntomas de ningún problema de salud: simplemente está marcando territorio porque huele la presencia de mis gatos.
La solución más sencilla sería evitar que vuelva a entrar, pero, como imaginarán, eso es casi imposible. Cada vez que hace pis, limpio rápidamente para “desmarcar”. Pero no sirve usar lavandina (que además es tóxica para ellos) ni detergente común. Quizás nosotros no percibamos el olor, pero ellos sí.
Aquí es donde entran en escena el bicarbonato de sodio, el vinagre y los productos enzimáticos. Aunque, claro, a veces no logro identificar dónde marcó Grillo, y eso complica todo.
¿Luminol? No sería mala idea. De este modo podría ver las manchas en la casa y trabajar sobre ellas a fondo. Porque este gato encantador parece intensificarse cada vez que termino de limpiar. Como si me dijera: «Ah, quitaste mi aroma. Ya te voy a demostrar quién manda acá». Y PIS.

Grillo usando los amenities

Hoy me siento como Kathleen Kelly…

Salvo que, en mi caso, no hay un Mr. Fox ni una librería sino Wiroos y sus tarifas imposibles de pagar. El blog de Mi Gato Dinamita vence en enero y, sin recursos para renovar el hosting, este espacio podría desaparecer. De modo que a disfrutarlo mucho. Aquí hay años y años de trabajo.
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