Cuando un animal amado se enferma es todo angustia. Sin embargo, uno debe reponerse como sea y brindarle amor, tranquilidad, tratamiento y una buena alimentación. Los animales son muy perceptivos y Amtommio era el rey de la percepción.

Amtommio bebé

Cuando adopté a Amtommio, allá por abril del 2010, no estaba en mis planes tener otro gato. Recién había llegado el Dr. Oli Shapiro a casa y lo último que necesitaba era seguir sumando animales. Sin embargo, cuando lo vi junto a sus hermanos, totalmente sucio y desamparado en un lugar de Belgrano R., supe que estábamos predestinados. Pagué por él un precio simbólico, como para cubrir los gastos del veterinario que lo había rescatado y lo traje envuelto en una toallita de mano. Él tenía menos de un mes y su mirada era conmovedora. Además, lloraba todo el tiempo y parecía muy frágil, tal vez porque acababa de escapar de la muerte y no confiaba en los humanos. Así y todo, ya se perfilaba como un luchador de pelo salvaje.



1. Un gatito Kurt Cobain.

Tan salvaje era su melena que en las veterinarias lo apodaron “Kurt Cobain”. Por aquellos tiempos yo sabía poco y nada sobre gatos: no entendía por qué rompían cosas, me frustraba cuando no me dejaban dormir y me sorprendía que me siguieran por toda la casa sin importar la hora. Amtommio era muy dependiente y vivía pegado a mí a tal punto, que en septiembre de ese año, me destrocé el pie intentando esquivarlo. Pasé seis meses en reposo con mi gato abrazado a mi pierna día y noche. 

2. El fibrosarcoma.

Los años pasaron y entre nosotros nada cambió: él no podía estar lejos mío y yo no podía estar sin él. Un día de verano yo tuve una pérdida y me asusté muchísimo. Mi primer impulso fue largarme a llorar y luego ponerme a jugar con mi gatito, igual que hacen las gatas. Y ahí fue todo un horror: le descubrí un bulto cerca del omoplato. Me repetí: no es nada no es nada no es nada pero lamentablemente no podía quitarme de la cabeza lo que acababa de palpar. Una semana más tarde arrancó nuestro periplo por todas las veterinarias del barrio y de Capital Federal también. Tony tenía tan solo 5 años, era un gato joven pero el pronóstico no era nada alentador: la biopsia señalaba fibrosarcoma producto de una vacuna y había que operarlo cuanto antes.


«Según el Centro de Cáncer para Mascotas, los tumores que desarrollan los gatitos después de la vacunación generalmente son fibrosarcomas, pero también pueden ser rabdomiosarcomas, histiocitoma fibroso maligno, sarcoma indiferenciado, osteosarcoma extrasquelético y condrosarcoma. Los tratamientos convencionales para los sarcomas relacionados con vacunas son las cirugías y la radioterapia. Desgraciadamente, debido a que este tipo de tumor se mueve rápidamente y la tasa de recurrencia es alta, el 40% de los gatitos presentan una recurrencia dentro de 1 a 2 años, incluso si se realiza una cirugía agresiva y radioterapias antes y después de esta”, explica Karen Becker.

Y así fue: dos años después de esa primera intervención quirúrgica, apareció el segundo tumor. Mi gato venía de pasar un episodio ultra traumático (se había rebanado misteriosamente una de sus orejas), eso le bajó las defensas e hizo que el tumor reapareciera con más fuerza. Mi primera reacción fue impedir que volvieran a abrirlo porque estaba tan estresado que su corazón no iba a soportar otra anestesia.

Hoy, luego de tanto camino recorrido, recuerdo ese momento con mucho amor: me había propuesto a toda costa bajarle el nivel de angustia. Entonces, empezamos a jugar mucho más, hice un cambio drástico en su alimentación, armé este blog, arranqué a meditar todos los días para controlar un poco mi nivel de ansiedad… Y con medicina antroposófica (la veterinaria usó viscum), logramos salir de este embrollo una vez más.

3. Relación simbiótica.

Es muy difícil explicar mi relación con este gato porque era algo muy fuerte e intenso, nos conectábamos desde otro lugar y por eso los veterinarios me decían que lo que le pasaba, era básicamente culpa mía. Al ser tan simbióticos, si yo me sentía mál, él también. “Vos lo estás enfermando y vas a terminar con su vida”, me repetían con vehemencia y en vez de tranquilizarme, yo me ponía peor porque sentía que todo esto era realmente mi culpa y no podía soportarlo. Hasta llegué a pensar en darlo en adopción para que pudiera tener una vida mejor de que la que llevaba a mi lado.


El 2018 fue todo un infierno porque en mi familia pasaron muchas cosas serias, graves, malas y yo estaba muy desbordada. Amtommio, desde luego, pasó ese año tomando remedios y entrando y saliendo de consultorios dos veces por semana. Estaba fuerte y hermoso pero a veces vomitaba o su pelo se ponía feo y la veterinaria me hacía llevarlo de urgencia. Los vómitos y un pelo en mal estado son dos síntomas que no hay que dejar pasar así nomás. Lamentablemente, en diciembre reapareció el tumor, de nuevo se habló y yo me negué. Quería seguir intentando con el viscum pero como había cambiado de veterinaria y no lograba conseguir la medicina, estaba completamente perdida. Finalmente, en el mes de marzo, decidí empezar un tratamiento de terapia neural y así fue como en poco tiempo, me quedé sin gato.


Amtommio era puro pelo y amor y cuando estaba bien, parecía un visón. Le gustaba afilarse las uñas en todos lados y rompía libros, cortinas, sábanas, mantas, toallas, paneles acústicos y puertas de armarios. También le encantaba sentarse debajo la silla donde yo trabajaba y mojarse la cabeza con el agua de la canilla de la cocina. Siempre caminaba a mi lado, chequeando mis pasos y me esperaba detrás de la puerta de entrada cuando yo salía. A veces se hacía el loco y se escapaba a la calle pero lo único que hacía era frotarse contra las baldosas y volvía a entrar, rapidito. Su último mes y medio de vida fue horrendo y no se lo deseo a ningún gato. Aún así, yo le cantaba canciones todos los días en busca de un milagro. Hasta le armé un playlist en Spotify con su nombre para que lo escuchase toda la noche y se sintiera acompañado.

“La muerte no es deprimente ni seductora: es simplemente un hecho de la vida”, dice Sogyal Rimpoché en “El libro tibetano de la vida y la muerte”. Ese libro lo leí cuando falleció mi papá y debería releerlo ahora, donde todo me parece tan doloroso e imposible de soportar. La vida sin Amtommio es rara y sinsentido pero me consuela saber que él ya no tiene que lidiar con más veterinarios, ni inyecciones, ni quirófanos. Me consuela saber que lo quise como a nadie, que su historia ha ayudado a muchos gatos a tener mejor calidad de vida y, sobre todo, que algún día, nos vamos a reencontrar.

15 comentarios en «Hasta siempre, Amtommio»

  1. Mi perrita Dulce falleció el 7/5, tenía 7 años creo y la extraño mucho. Era la que me esperaba al volver del trabajo. Espero reencontrarla cuando sea el momento

  2. Lo siento con el alma Susana, es tan pero tan triste despedirlos, aun mas después de una enfermedad. Yo todavía no encuentro consuelo por mi gato Felipe pero hay que tratar de hacer el duelo y seguir poniendo el pecho porque son cosas que están más allá de lo que podemos manejar. El amor que sintieron los dos va a seguir intacto por siempre! Abrazo fuerte!

  3. Mi gato tiene 10 meses, es parecido a curli, tiene problemas neurológicos, estoy haciendo todo los estudios posibles, avanza muy rapido lamentablemente, buscando recetas me encontré con la tuya y tú historia con amtommio.. gracias por compartir tu historia, mucha fuerza, ese angelito siempre te va a acompañar

  4. UY!ENCONTRÉ TU BLOG BUSCANDO OPCIONES PARA MI GATO TOMMY/TOMÁS,ME ENTUSISMÓ TU VIVENCIA,RECETAS PERO TERMINO DE ENTRAR AQUÍ Y ESTOY ´MOQUEANDO¨ÉSTA REALIDAD,CREÍ QUE E GATITO ESTABA RECUPERADO YA Y RESULTA QUE PARTIÓ-MI TOMMY TIENE UNOS 8 AÑOS Y SÉ QUE VA A PARTIR CÓMO NOSOTROS PERO NO QUIERO PENSAR EN ELLO,YA HE PERDIDO VARIAS MASCOTAS EN ÉSOS AÑOS MENCIONADOS Y UNA PARTE DE MÍ SE VA CON ELLOS….

    1. Hola, gracias por tu mensaje.
      Para mí lo fundamental pasa por la alimentación. La alimentación es todo. Mi gato tuvo calidad de vida hasta que bueno, hubo una seguidilla de maltratos, mala praxis e ignoracia que aceleraron la partida de Amtommio. Pero el tuvo calidad vida gracias a la alimentación.

  5. Buscando recetas naturales para mi gata con insuficiencia renal, di con una nota en La Nación, donde salía un testimonio tuyo. Seguí investigando y llegué a tu blog… una pena lo de tu gatito, pensé que estaba recuperado. Yo perdí en noviembre del año pasado a uno de mis gatos (tengo 5 ahora), se me murió en dos dias, tenía PIF. No pude hacer el duelo, que cayó otra de mis gatas, la que tiene problemas renales. Así que desde ese momento estoy batallando con esa maldita enfermedad. Sí bien está estable, hacerla que coma pienso seco es una lucha. Por eso estaba buscando alternativas, porque a ella le gusta mucho comer carne y verduras… Sé que soy un poco desubicada pidiéndote consejos en este post despedida a tu gatito, pero me recomendarías a algún buen veterinario que le pueda diseñar una dieta personalizada a mi bebé? Te súper agradeceria.
    Y un abrazo enorme, sé lo que es perder un ser tan importante en tu vida. A mi gato lo lloro todos los días. Lo extraño tanto!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.